MADRID.- "La revolución estaba en nuestros corazones y ahora vuela libre por las calles". La pancarta con este lema colgaba de una de las entradas al subterráneo en la Puerta del Sol, epicentro de las protestas que desde el domingo y a pocos días de las elecciones municipales y autonómicas en España exigen un cambio en el modelo político y social del país.
El "movimiento de los indignados", que ha irrumpido en medio de la campaña electoral y ayer se bautizó a sí mismo como movimiento "Toma la plaza", se fue extendiendo por el país y las concentraciones ganaron participantes que ya no son sólo jóvenes.
Claman contra la clase política, que dicen que no les representa, sobre todo contra el "bipartidismo" de las dos grandes formaciones, el Partido Socialista (PSOE) de José Luis Rodríguez Zapatero y el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy.
Son los indignados por una crisis económica que causó cinco millones de desocupados y un desempleo juvenil del 40%.
Tiendas de campaña, colchones, cocina, taller y hasta una farmacia: un campamento urbano se formó en el céntrico lugar, donde ayer había unas 1.500 personas protegiéndose de la lluvia como podían. Están bien organizados pero sin jefes y todos recogen firmas de apoyo a la "Acampada Indefinida en Sol".
Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno, pidió no obstante respeto por los manifestantes y su protesta "pacífica", aunque en un mitin en La Coruña insistió en que las cosas se cambian "con el voto". "Hay que escuchar, hay que ser sensibles porque hay razones para que expresen ese descontento y esa crítica", dijo.
Ellos quieren seguir en ese sitio mañana, día de reflexión y el previo a los comicios y en el que están prohibidas las manifestaciones. El movimiento convocó también para el sábado a una marcha en Madrid, en abierto desafío a la Junta Electoral.
El domingo practicarán el "respeto a la jornada electoral", pero advierten que la protesta es de largo plazo. Piden que se cambie la ley electoral para que no beneficie el bipartidismo; más supervisión del trabajo y de los sueldos de los políticos; que no se puedan postular los imputados en delitos; la revisión de la financiación de los partidos, y vivienda y empleo dignos.
Todo empezó en la Puerta del Sol y ahora recorre el país (Barcelona, Granada, Málaga, Santiago, La Coruña y Zaragoza, entre otras) y se extendió a ciudades europeas como Berlín, Londres, Roma, Lisboa, Dublín o París, donde jóvenes españoles quieren expresar las mismas reivindicaciones delante de sus embajadas. Unas 20.000 personas, según estimaciones, desafiaron pacíficamente el miércoles, entre un amplio despliegue policial de medio millar de policías, la prohibición de la manifestación que poco antes había dispuesto la Junta Electoral Provincial de Madrid. Fueron incluso más que los que habían acudido días antes.
El movimiento pasó así la prueba de fuego: las fuerzas de seguridad no los desalojaron y tras la concentración, cientos de personas volvieron a quedarse a dormir. La llama no se extingue. Y quiere seguir viva después de las elecciones del domingo.
Sin estimaciones
Ahora, ante sondeos que han pronosticado una debacle del PSOE el domingo, casi nadie se atreve a anticipar cómo influirán las movilizaciones. "Los ciudadanos que expresan su indignación, curiosamente, reclaman lo mismo que otros en los países árabes: más democracia. Ellos, no tenían; nosotros, la tenemos, pero con señales manifiestas de deterioro y de alejamiento de la ciudadanía", escribió el filósofo Josep Ramoneda en el diario "El País". "En el mundo árabe piden votar y aquí dicen que no vale nada votar", resumió el ex presidente socialista, Felipe González. (Especial-DPA)